martes, 28 de abril de 2015

Cientos de personas acompañan a la Virgen de Luna

Centenares de personas se congregaron ayer en el 75 aniversario de la reorganización de la Cofradía tras la Guerra Civil en el santuario de la Jara para vivir la romería de la Virgen de Luna, desafiando las predicciones de bajas temperaturas. Y aunque realmente el termómetro marcaba los seis grados sobre las doce y media del mediodía, el sol y la ausencia de viento animaron poco a poco a los romeros a acercarse hasta la ermita donde les esperaba la Patrona que pasadas las tres y diez de la tarde partía hacía Pozoblanco. Durante la romería, que se desarrolló sin incidentes de consideración, a pesar de que un joven tuvo que ser atendido al caerse de un árbol, se vivieron momentos muy emotivos.
El gentío y caballistas fue incesante. La campana de la ermita, como es tradición, no dejaba de sonar ni un momento, los pequeños aupados por sus padres tiraban una y otra vez de su soga para escuchar el tintineo. Muchos pozoalbenses se reunieron en torno a los platos típicos romeros compartiendo la jornada con los amigos y la familia. La petición municipal de que se utilizaran los autobuses públicos para desplazarse hasta el santuario fue atendida por un gran número de personas. Los que prefirieron llegar con sus propios vehículos no tuvieron ningún problema a la hora de aparcar en los lugares habilitados para ello y en las fincas privadas que cada año ceden sus propietarios para el estacionamiento de los coches que finalmente pudieron ser abiertas por el buen estado del terreno.
Además, una gran multitud se congregó en el Arroyo Hondo donde el alcalde, Pablo Carrillo, le impuso a la patrona las llaves de los sagrarios de Pozoblanco y Villanueva de Córdoba. Al paso de la imagen los más pequeños ofrecían sus hornazos a la Madre como manda la tradición: "Virgen de luna, ¿quieres mi hornazo?, o si no me lo zampo. Virgen de Luna, ¿quieres mi bollo?, o si no me lo como". El hornazo es el dulce típico de la fiesta, compuesto por una base de torta similar a la masa de las tradicionales perrunas con huevos duros pintados de colores y adornados con un sin fin de motivos.
El día terminó con la entrada de la Virgen en la Iglesia de Santa Catalina sobre las ocho de la tarde.
Al día siguiente, tuvo lugar la procesión de la imagen acompañada excepcionalmente de todas las cofradías, tanto de gloria como de penitencia locales, ademas de celebrarse el tradicional concurso de calles engalanadas.


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